domingo, 17 de octubre de 2010

Domingo surrealista.



Empezar la noche en un bar/restaurante con música tribal de fondo, y acabar en el bajo de la casa de unos amigos de unos amigos de unos amigos, puede llegar a producirse.
Pero además pintar un cuadro entre 4 ó 5 personas (o las que se lleguen a apuntar) ya es surrealismo puro. En estado ebrio, es difícil. Pero algo salió.
La "casa" era increíble. Grande, con su pequeña cocina y su pequeño baño y algún sofá repartido por ahí. En la otra parte había cosas que se habían rescatado del olvido. Como un antiquísimo proyector de películas. Una obra de arte. 
También una plancha industrial que se había convertido en una improvisada mesa con una lámpara plegable. 






Imaginación al poder.


Eso sí, luego la mesita tenía como precio unos 400€. Porque es un diseño propio, qué pasa.








Noche producente aunque con un largo camino de vuelta. Y el frío empieza a clavarse en la piel como cuchillos afilados. La calefacción aún brilla por su ausencia. Mañana lunes, putain. 

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