domingo, 24 de octubre de 2010

Las noches improvisadas.



Nunca defraudan. Parece que la noche acabará pronto, que te tomarás la última en el bar de pintas a 2 euros, y seguirás el frío camino a casa. Pero no. Siempre ocurre algo que te lleva a lo inesperado.


En este caso el español ayudó. Parece que nuestro idioma está de moda: todo el mundo quiere practicarlo, lucirse con su "Hola, ¿qué tal?" y el muy típico "España, olé, olé". Sin embargo también hay gente con la cual merece la pena hablar.
Nos dirigimos todos juntos a una fiesta en una residencia. Empezaban a sonar canciones de Charles Aznavour, Jacques Dutronc, George Brassens y Georges Moustaki. Algunos ponían la mano en el pecho cantándola, como si fuese su himno más sagrado. Curioso comienzo de la noche... sin duda eran gente de nuestro rollo. Muy buena gente, todo hay que decirlo. Intercambiamos gustos musicales, experiencias, opiniones sobre Cataluña, e incluso un vino Chardonnay que fue abierto por el anfitrión de la casa, y que supuestamente estaba guardado para una ocasión especial con su novia. Désolée ma petite.
Muy bueno ese Chardonnay.

No hay comentarios: